Hace años me enamoré de una luna.
Fue durante una visita al Museo Nacional de Corea del Sur, mi país natal. Allí estaba ¨Jarrón Luna¨, en la colección de porcelana blanca de los siglos XVII y XVIII. Me quedé fascinada por su sencillez, honestidad y cercanía, por sus defectos y su curvatura imperfecta que había surgido de forma natural y nadie había corregido.
En el arte tradicional coreano se aprecian consideradamente la belleza del espacio vacío, y el color blanco y limpio. Sin duda, esta intención de ser natural y sencillo, transmitir paz y el gusto por el silencio, me han influido a la hora de trabajar.
En esta exposición presento obras de los últimos cuatro años. Son piezas elaboradas en porcelana, gres, pasta de papel y loza. Aunque están realizadas mediante diferentes técnicas, la mayoría son de fondo blanco, color que siempre me atrae. Todas son piezas únicas que constituyen series con características formales propias.
A lo largo del proceso del trabajo he podido sentir emociones intensas, tanto con los intentos, fracasos y decepciones como con las piezas terminadas. Ello me ha permitido conocerme mejor, ahondar en mi misma y descubrir territorios personales desconocidos gracias a la cerámica. En estas piezas mis recuerdos se han convertido en huellas. Espero que, todos los que se acerquen, sientan un poco de tranquilidad y alegría.
Heon-Suk Hong