París 2024

De Beaux Arts, DNMADDe Céramique Renoir a Sèvres.
Un sueño cumplido.
Isabel Alonso Tajadura
FRANCIA del 27 al 31 de mayo de 2024


Mi avión aterrizó en el aeropuerto Charles de Gaulle, desde donde en tren, llegas al centro de París en una hora, y de ahí, en metro a Place de Vitry en medio de Montmartre , distrito XVIII al norte de París, donde después de buscar el alojamiento, me dispuse a perderme por sus callejuelas adoquinadas, a probar mi francés pidiendo un café y un verdadero croissant en Le Consulat de este pintoresco barrio, respirando siempre ese aire diferente y disfrutando de actuaciones callejeras improvisadas en la subida al Sacre Coeur.
Construida en una colina empinada, llegué caminando hasta la Basílica del Sacre Coeur que custodia la ciudad desde lo más alto, para ver el famoso atardecer desde las alturas, desde donde reconocer la Torre Eiffl e, Notre Dame, el Museo Pompidou, no sin antes pasar por la Place du Tertre, una de las plazas más conocidas de la zona, por encontrarse llena de artistas que crean y venden sus obras, convirtiéndose así, en una galería de arte al aire libre.
Callejeando, pasé casualmente por uno de los dos molinos de viento conservados, que recordaba al Montmartre antiguo, pueblo independiente de casitas de tejados de paja, lleno de vides y molinos de viento. Conocido éste como Le Moulin de la Galette, recordé haber leído, como Renoir lo tomó como inspiración para su Le Bal du Moulin de la Galette, que se puede ver en el Museo de Orsay.
Desde ahí, y en medio de un baño de multitudes, volví a perderme entre callejuelas hasta bajar a la plaza Pigalle, el famoso barrio rojo de París, a los pies de Montmartre, pasando por Le Moulin Rouge, el cabaret más famoso de la ciudad. Cerca de allí, me alojaba, en un lugar que cambia mucho del día a la noche y que fue mi centro neurálgico desde donde me movería por todo París.

Sorprendida por una gran ciudad, París, que en gran medida se mueve en bicicleta llueva o no llueva.
El siguiente día fue de organización de la agenda de la semana para visitar tres lugares muy diferentes donde se imparte Cerámica, la Facultad de Bellas Artes, La Escuela de Arte August Renoir y por último el Museo y Manufactura de Sèvres.
Un día totalmente enriquecedor, puesto que elegí dos visitas que soñaba hacer desde hacía mucho tiempo, esperando no encontrarme las colas kilométricas del Louvre y del Orsay. Así elegí el Museo de l’Orangerie, en un precioso entorno entre el Sena y los Jardines de las Tullerías y el Centro Pompidou, en medio del popular barrio de Le Marais, y de camino, no pude negarme a ver la maravilla gótica de Saint Chapelle situada en la Île de la Cité.


MUSEO DE ORANGERIE
Había leído que se llamaba así, Orangerie por albergar en invierno desde 1852, los naranjos que decoraban el jardín del Palacio de las Tullerías. Por eso, su aspecto de invernadero al sur y cerrado a los vientos del norte de la Rue de Rivoli, con dos portales enmarcados por columnas y frontones triangulares, que representan cuernos de la abundancia, plantas y mazorcas de maíz, evocando la finalidad del edificio. Después de la Primera Guerra Mundial, se pensó en ese lugar para instalar el gran conjunto de los Nymphéas (Nenúfares) que Claude Monet estaba pintando. Y es que ésta era la obra que deseaba ver y contemplar en silencio, como el mismo Monet dejó claro… Así que, dediqué mi tiempo a disfrutar contemplando en solitario sus ocho paneles de dos metros de altura, por 91 metros, en las dos salas ovales que curiosamente forman el signo del infi nito, orientándose en el trayecto del sol, del este al oeste, con una luz natural que entra desde el techo y como quería el pintor, te termina sumergiendo en ese estado de gracia que él pretendía…Sólo puedo decir, que fue una intensa experiencia en soledad, aun viéndome rodeada de multitudes…

SAINT CHAPELLE
Camino al Centro Pompidou se pasa por Saint Chapelle y he de decir que la visité entre la más extrema seguridad, ya que se acercan las Olimpiadas París 2024 y la ciudad estaba tomada por todos los cuerpos de seguridad posibles. Entre edificios históricos como la Catedral de Notre Dame, la Conciergerie , y al lado de hermoso Mercado de las Flores, emerge la Sainte Chapelle.
Una vez dentro, ves transformarse el espacio, de una discreta capilla, donde llama la atención la decoración medieval de un profuso cielo estrellado sobre un profundo azul, hasta una estancia superior inundada de luz y color por las quince vidrieras que apenas dejan espacio a las escasas paredes y que me causaron tal fascinación, que no podía dejar de mirar hacia arriba…

De ahí, fuí de nuevo caminando hacia el Centro Nacional de Arte y Cultura Georges-Pompidou, más conocido como “Centro Pompidou”, donde en su última planta, exponían la obra de Constantin Brancusi. Él otorgaba una gran importancia a la relación de sus esculturas con el espacio que las albergaba y de esa manera, también yo me identifiqué con esa idea, al sentirme una privilegiada observando su obra con el inmejorable marco de una ciudad como París…
Un segundo día increíble, y una vuelta caminando a la Plaza de Vitry, donde cenar en mi cafetería de confianza al lado del hotel, poniendo orden a tanta emoción.

ÉCOLE AUGUSTE RENOIR
Mi siguiente día se centró en la visita al DNMADe Objet Céramique Auguste RENOIR, Escuela donde forman profesionales capaces de diseñar modelos, formas y decoraciones en los sectores de las artes e industrias cerámicas. Allí compartí los nervios de profesores y alumnos, que se encontraban en pleno proceso final para conseguir su Diplome National des Métiers d’Arts et du Design. Se trata de unos estudios universitarios muy interesantes que exploran el objeto excepcional y serial, la innovación digital, a través de un enfoque transversal con otras materias, adquiriendo metodologías creativas, de diseño y de comunicación. Fue muy interesante ver desde dentro las buenas instalaciones con las que cuentan con unas magníficas vistas al famoso Cementerio de Montmartre, y a la Basílica del Sacre Coeur y poder compartir con todos ellos, el proceso final de la comunicación de sus proyectos finales para la obtención de su diploma. Me recordó a los nervios vividos en Francisco Alcántara unas semanas antes…
Cuentan con tres años académicos donde estudiar en sus talleres la transversalidad de las técnicas de modelado (modelado, torneado y moldeado), técnicas de esmaltado y cocción, infografía, modelado e impresión 3D, serigrafía, talleres de grabado, ilustración, animación 2D, fotografía…, además de ahondar en cursos genéricos de Humanidades (Literatura, Filosofía y Ciencias Humanas) y Culturas, y por último, cuentan con la profesionalización mediante prácticas en el Fablab EasyCeram en Limoges, la Manufactura de Sèvres, encuentros y foros en Maison et Objets o la Bienal de Diseño de Saint Etienne entre otros…

TALLERES DE BELLAS ARTES
El miércoles lo dediqué a visitar los talleres de la Facultad de Bellas Artes de París, que se sitúan cerca del Marché aux Puces o Mercado de las Pulgas, conocido mercado callejero de antigüedades y cosas curiosas en Saint Ouen. Tuve así la suerte de colarme en todos los Atelieres de Beaux Arts, y así pude compartir el día con alumnos que hacen sus ejercicios allí, en el taller de forja, el de madera, en el de vaciado y de moldes, en el de modelado, y por último en el de cerámica, tratándose de un gran espacio ubicado en un antiguo edificio industrial de más de 1.000 m², por lo que permite el desarrollo de proyectos a gran escala. La Cerámica en Bellas Artes se estudia de manera muy libre y creativa, por lo que se veía un fluir de alumnos de primer curso a quinto curso, coincidiendo de nuevo, con el proceso de los proyectos finales del último curso académico.

ESCUELA DUPERRÉ
Por la tarde, caminando por ese periférico barrio de Saint Ouen, del que me había recomendado que fuera prudente, volví al centro de París para conocer la
Escuela Duperré, donde impartían también la Cerámica dentro de un plan de estudios universitarios. Se trata de una Escuela pública bajo la supervisión del Ministerio de Educación Superior e Investigación, el Ministerio de Educación Nacional y la Ciudad de París que forma a jóvenes diseñadores en los campos de la Moda, el Diseño Textil, la Cerámica, el Diseño Medioambiental y el Diseño Gráfico.
De manera un tanto improvisada, me ofrecieron una visita a la Escuela, pudiendo ver las dos espaciadas salas donde imparten los estudios de Cerámica. La Maestra de Taller, Rosaly Chave, me acompañó por todo este edificio histórico en medio del barrio de Les Marais, en el que, dado el espacio reducido que tienen estando en el centro de París, han aprendido curiosamente a aprovechar todos los espacios hacia arriba, pero también hacia los subterráneos del edificio. De esta manera, me enseñaron la sala de hornos, que se encuentra debajo del edificio, junto con el horno de leña )hermano pequeño de los de Sèvres), que se conserva y que han puesto en funcionamiento recientemente, además de la sala de moldes con sus cinco tornos al aire, donde siguen creando modelos de yeso para uso cerámico.

MUSEO Y MANUFACTURA DE SÈVRES
El siguiente día, procuré dedicarlo por entero a visitar el Museo y la Manufactura de Sèvres que es el ejemplo de la perfección en el trabajo cerámico, con cerca de 30 oficios relacionados con el universo cerámico. Era aquí donde hubiera querido centrar mi Erasmus, en la Escuela que tienen para la formación de aprendices, oficiales y técnicos, con tan mala suerte que no cuentan con un convenio con las movilidades Erasmus, con lo cual, y de manera individual, concerté desde España una visita a dos talleres aleatorios de la Manufactura para poder ver desde dentro una pequeña parte de su funcionamiento. Todo un sueño cumplido para una persona que ama la porcelana y admira la perfección.

MANUFACTURA

Detrás del Museo, está la entrada a la Manufactura de Sèvres.

Después de una breve explicación acerca de las coladas de pequeños moldes y sus “secretos”, podías tocar la fina porcelana cruda que se deshacía entre los dedos…

En la mesa estaba la famosa vasija Vaisseau à mât potpopurri o Barco con Mástil.
Sólo ver esta pieza, ya quería llorar de la emoción, ya que tenía delante uno de los últimos grandes retos de la Manufactura, que ha sido poder reproducir de nuevo esta maravillosa pieza buscando el desafío y la perfección.

El Biscuit de porcelana fue marca de identidad de Sèvres desde 1752, por lo que me interesaron especialmente estas piezas. Este ejemplo tan preciosista de
L’amour de Vanloo, donde se ve desde el modelo en arcilla cruda y el yeso, hasta la delicada cocción en una sola ocasión a 1380° donde la porcelana blanca adquiere ese aspecto cercano al mármol me pareció un verdadero ejemplo de todo un largo proceso de trabajo minucioso.

Pero es que Sèvres, sabe reciclarse y evolucionar. Y es así como reserva una parte del Museo para piezas actuales y contemporáneos de artistas de renombre realizando colaboraciones, como esta maravilla con el arquitecto Ettore Sottsass, que siendo invitado por Sèvres en 1994 creó esta serie de jarrones y obtuvo gran reconocimiento por sus investigaciones sobre esmaltes de colores, como su rojo anaranjado que actualmente lleva su nombre.

Después de mi sueño cumplido visitando la Manufactura de Sèvres, tuve la suerte de cenar en Chez Omar un cous cous, de naturaleza argelina, pero totalmente parisino de adopción, con mi querida Josephine, artífice de haber realizado mi movilidad Erasmus, siendo la intermediaria con la Facultad de Bellas Artes.

VUELTA A ESPAÑA POR ORLY
Con pesar, pero con emoción, volví a España cargada de experiencias. todas ellas positivas. De camino al aeropuerto de Orly, hice una parada obligada a los pies de la Torre Eiffel, que como siempre, emerge hacia las nubes que me acompañaron una semana inolvidable.

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Publicado el

25 de junio de 2024